Alfredo Matus Olivier, Universidad de Chile / Academia Chilena de la Lengua, amatus@uchile.cl Magdalena Viramonte de Ávalos, Universidad Nacional de Córdoba, mavalos@arnet.com.ar

Conocer es distinguir1

To know is to distinguish

Nota preliminar

Esta entrevista a Eugenio Coseriu fue realizada por Alfredo Matus Olivier y Magdalena Viramonte de Ávalos, en el gabinete de Coseriu del Seminario Románico de la Universidad de Tubinga, el 24 de abril 1991.

Texto editado por Johannes Kabatek, Alfredo Matus Olivier y Magdalena Viramonte de Ávalos2.


P = Pregunta; E.C. = Respuesta de Eugenio Coseriu

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P: La primera pregunta tiene que ver con su concepto de escuela lingüística. ¿Cuáles serían las características de una escuela lingüística? ¿Considera que usted mismo ha formado una escuela lingüística? Se habla mucho de la escuela de Montevideo, por ejemplo, o se habló en su época, y posteriormente de la escuela de Tubinga. Nos gustaría mucho saber su opinión al respecto.


E.C.: Hay dos o tres tipos diferentes de escuelas en las ciencias y en las disciplinas científicas. Existe la escuela de los seguidores, es decir, de aquellos que desarrollan y sostienen una concepción, y que indirectamente no solo proponen, sino que imponen o llegan a imponer esta concepción para que otros, colegas y a veces alumnos o discípulos, la adopten y la apliquen. Existe, además, el tipo de escuela donde se trabaja efectivamente en colaboración bajo una guía y sobre un campo, un dominio determinado; por ejemplo, se establece un grupo de colaboración para estudios sobre el francés antiguo —y en Alemania hubo escuelas de este tipo— o bien para estudios etimológicos; entonces hay alguien que guía y dirige. En realidad, se trata de un grupo de trabajo que se modifica en su composición pero que al mismo tiempo tiene cierta continuidad, y normalmente la continuidad está asegurada por quien dirige este grupo de trabajo.

Existe, por último, un tercer tipo —y yo abogo por este tercer tipo— que es la escuela donde hay alguien que sabe más o ha aprendido más, que es el que guía la investigación de los discípulos, pero no en el sentido de imponerles su concepción, sino en el sentido de fomentar sus propias facultades, las facultades de los discípulos mismos, y sus intereses específicos, claro que con cierta unidad de propósitos y también de método y de concepción, que en este caso solo puede corresponder a las cosas mismas, a las cosas como son3, porque precisamente se trata de decirlo desde distintos puntos de vista y de acuerdo con los intereses de cada uno.

Entonces corresponde al primer tipo, por ejemplo, la escuela de Saussure, donde en realidad se han adherido a la escuela Charles Bally —quien ya era profesor— Sechehaye y algunos discípulos que han continuado, cada uno con cierta personalidad, un cuerpo de doctrina que consideraban que tenían que presentar, que defender, que afirmar, que desarrollar; lo mismo la escuela glosemática de Hjelmslev —en realidad se trata de una concepción—; allí ha colaborado Brøndal, pero no se puede decir que alguien haya contribuido efectivamente al

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desarrollo de la concepción glosemática. La glosemática es la concepción de Hjelmslev, y de ahí que se trata de afirmarla simplemente o de desarrollarla, no solo de aplicar la glosemática. Así lo han hecho los discípulos y así lo han hecho otros también, incluso en la aplicación a la literatura. En este sentido también pertenecen a la escuela otros colegas que se ocupan de otra cosa pero que también aplican la glosemática.

El segundo tipo es el de muchos grupos de trabajo que se han dado, como esos grupos que trabajaban precisamente sobre el francés antiguo; por ejemplo el profesor de Hamburgo que tuvo esa escuela de discípulos con sus tesis doctorales donde trabajaban sobre la literatura francesa antigua, o bien el grupo que trabajó sobre etimología en Bonn para hacer la nueva edición de Meyer-Lübke, bajo la dirección de Harri Meier; una serie de discípulos que se han ocupado de etimología y que en ese sentido constituyen también una escuela.

El tercer tipo es el que he intentado realizar yo con el doble propósito de ahorrarles a los discípulos, para que se puedan desarrollar más rápidamente, el trabajo que he tenido que hacer yo para informarme, y a su vez informarles sobre qué es bueno leer, qué es lo que no necesitan leer, etc., porque he tenido que hacerlo yo mismo. Tuve que informarme acerca de los varios campos relacionados con el lenguaje y con la lengua debido a mi concepción de la relación de la lengua con todos los demás campos de la vida y del espíritu del hombre, entonces tuve que ocuparme de muchísimas cosas4.

He procedido así con los alumnos de acuerdo con sus tendencias, sus intereses personales. Les preguntaba a los alumnos: “¿A usted qué le interesa?” Uno me decía: “A mí me interesa mucho la lógica y las relaciones”. Entonces le contestaba: “Muy bien, entonces usted se ocupa de esto en particular; tiene que tener la preparación general común, que también es necesaria, pero usted se especializa en eso”. Otro dice: “A mí me interesa mucho la literatura, la estilística”, etc.; otros se ocuparon de la historia, otros se interesaron por la sociología. De acuerdo a esto y también de acuerdo a las lenguas que conocían, les aconsejaba qué debían leer, qué era lo más importante, y después, claro, ellos llegaron a saber mucho más que yo en un campo determinado. Por ejemplo, yo les decía: “En lógica empiece con esto”; y de ahí llegaban a varias otras cosas. El resultado fue que era un grupo al mismo tiempo muy homogéneo en el sentido de que la preparación básica es general y los conceptos básicos los tienen todos en el mismo sentido, y al mismo tiempo es totalmente diversificado; no hay uno que sea igual a otro y que se ocupe

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exactamente de lo mismo; o sea, Dietrich se ocupa de historia de la lingüística y lo que le interesa más es esto y aquello; Geckeler se ocupa de semántica en particular, Rohrer se ocupa más bien de lógica y del lenguaje, Trabant más bien de estilística, de la relación de la estilística y la literatura y de semiótica literaria. Cada uno tiene una orientación dentro del panorama general.

Creo que lo mejor en esto fue lo que escribió Jens Lüdtke en el prólogo de su “Habilitationssschrift”, su tesis de habilitación, donde me agradece el hecho de que le haya enseñado a pensar de manera independiente, es decir, a pensar por su cuenta —y si estamos de acuerdo, tanto mejor—. Este ha sido mi criterio en general también para la colaboración con otros colegas, nunca con el temor de que viniese alguien que fuera mejor sino al contrario. Siempre he insistido en que venga alguien, y si es bueno, tanto mejor para nosotros; así se puede trabajar y colaborar mucho mejor; se colabora mucho mejor con los buenos que con los malos o con los mediocres. Este es mi concepto de escuela.


P: Entonces, en cuanto, por ejemplo, al desarrollo mismo de su pensamiento, de su concepción del lenguaje, de la concepción integralista del lenguaje, de su concepción energética, semántica, etc., ¿el desarrollo de este cuerpo de ideas no configuraría un conjunto de discípulos que estén comprometidos con ellas para desarrollarlas más adelante?


E.C.: No, en realidad no porque este cuerpo de doctrina abarca desde el comienzo todo el dominio del lenguaje, es decir, prevé todos los aspectos: es como un modelo de la realidad misma del lenguaje, es decir, no es un modelo abstracto, impuesto, sino un modelo deducido, intuido en el lenguaje mismo y sostenido por algunos ejemplos en cada caso. Después los alumnos desarrollan, fundan y amplían un aspecto determinado; es decir, nadie continúa, por así decirlo, el modelo entero. Alguien se ocupa, por ejemplo, de la variedad y trabaja sobre la variedad en sus varios sentidos. Lo que más bien caracteriza a esta concepción es que está esbozada desde el comienzo para abarcarlo todo y con una determinada orientación, con ciertos principios generales a los que no se renuncia.

En una conferencia decía que no solo yo sé lo que cabría decir sobre algo sobre lo cual hasta la fecha no he dicho nada, sino que también otros que conozcan mi concepción del lenguaje pueden imaginar lo que se dirá sobre esto, aunque no se haya dicho todavía, porque ya está previsto. Es decir, aunque todavía no me había ocupado de la teoría de la traducción o había puesto nada más que algunas notas en algún lado, ya se sabía lo que diría sobre la teoría de la traducción, porque esta teoría de la traducción ocupa necesariamente dentro de este

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modelo global un determinado sitio, una sección, y solo puede estar ahí y solo puede presentar esos principios. Entonces en cada caso hay que atenerse a las cosas mismas, lo que ya implica saber qué se dirá de esto o de aquello porque el principio general es qué es lo que sabe el hablante. El lenguaje funciona por y para los hablantes, no por y para los lingüistas, y el hablante como hablante no se equivoca nunca. Si, por ejemplo, considera que una palabra es fea, el lingüista podrá decir: “no, esa palabra no es fea”; pero el hecho de considerarla como palabra fea implica por parte del hablante un determinado empleo de esa palabra; él la empleará así porque piensa que es de esa manera. El lingüista dirá: “no, no se trata de una palabra fea”, sino se trata de que designa esto o aquello, la cosa misma se considera como obscena. El lingüista tiene razón como lingüista, pero el hablante tiene razón como hablante; por eso hablo de diacronía del hablante, qué piensa el hablante; si el hablante piensa que algo es arcaico lo emplea como arcaico, aunque sea algo nuevo; y si piensa que algo es una novedad, lo mismo.

También ocurre en la traducción. La traducción es una actividad de alguien, de los traductores. ¿Qué son los traductores? Son los hablantes que dicen en otra lengua lo que ya ha dicho alguien en una lengua determinada, que tiene ya un contenido que tiene que expresarse en otra lengua. Entonces hay que preguntarse qué hace el traductor efectivamente y cuáles son los criterios del traductor. Así como para el estudio del lenguaje simplemente nos preguntamos qué hace el hablante, cuál es el saber del hablante, para el traductor, que es un tipo especial de hablante, nos preguntamos qué hace el traductor. De aquí que se sepa de antemano qué es lo que traduce. Él traduce solo textos, no hay otra cosa que se traduzca, no se pueden traducir las lenguas. ¿Qué se deduce de esto? ¿Qué contenido tienen los textos? Los textos no tienen significado, sino que tienen nada más que sentido y designación , lo que quiere decir que mediante significados diferentes habrá que construir el mismo sentido a la misma designación.

Todo esto se deduce de este principio considerando la actividad entre lo concreto, que es lo que sabe el hablante, y en este caso que es lo que sabe el traductor. De aquí también se puede deducir la didáctica, la aplicación, la corrección idiomática. Ven entonces que estas cosas que se escribieron en el 1957 valen hoy como entonces y que hoy no las escribiría de otro modo en lo esencial. En varios prefacios, en los prólogos, insisto en que no he cambiado nada en lo esencial, se hicieron correcciones de detalles; en todo lo que es información, en todo lo que es expresión, se ha ido cambiando, y también en la

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precisión en muchos casos, pero no en lo esencial; lo esencial se mantiene porque es como una especie de proyección global.


P: Entonces la respuesta es afirmativa, hay una escuela coseriana, y se caracteriza fundamentalmente por una actitud frente a la ciencia en general, frente a la lingüística en particular y al objeto, a los hechos mismos. ¿Cuáles considera usted que son sus discípulos, profesor, tanto en la época de Montevideo como en la época de Tubinga?


E.C.: En realidad, en Montevideo no he tenido discípulos propiamente dichos, porque la facultad no permitía esto, no existía esa posibilidad de tener a alguien como ayudante. Lo que tenía eran alumnos que pasaban un examen en la facultad porque así estaba en el plan de estudios. Algunos que se acercaron y trabajaron en algo, pero sin llegar a ser discípulos. La Escuela de Montevideo fue más bien un grupo de colaboradores más o menos voluntarios, nos unía el Círculo Lingüístico de Montevideo que yo había creado al llegar, y nos reuníamos al comienzo una vez por mes, después cada dos semanas; allí se trataban de concentrar los intereses por la lingüística. Venían de cualquier parte. Encontré allí a un viejo italiano, Ferrario6, que se había ocupado en su juventud en particular de lenguas africanas y de alguna lengua americana; estaba ya jubilado. Iba al Círculo Lingüístico y publicó algo sobre una lengua indígena de la Patagonia, de Tierra del Fuego. Había otro muchacho, Blixen7, que era empleado de Correos y que en realidad había estudiado Derecho; un eslovaco, Rona, empleado de una empresa de transporte; Vázquez era profesor de inglés y también era empleado. Este grupo se juntó así y algunos de ellos presentaron trabajos. Cada uno empezó a trabajar con los intereses que pudiera tener. Sobre todo, se trataba de fomentar el interés y de construir algo, porque al llegar yo, no había todavía algo que amalgamara, que juntara. Ferrario se había ocupado de lingüística, pero tenía la idea tradicional de la lingüística comparada, histórica, de grupos de lenguas, del quechua, pero a los otros esto no les interesaba. Algunos sí se ocupaban de lenguas indígenas pero iban a verlo a Ferrario; otros eran profesores de lengua española como Piccardo. A los que estaban interesados trataba en lo posible de ayudarlos a crear la biblioteca, ante todo porque no había. Cuando llegué yo, en la biblioteca de la Facultad de Humanidades había unos 50 libros

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de lingüística en total y casi todos ya viejos, anticuados: Saussure, el manual de De Gregorio8 sobre glotología, o cosas así, muy viejas. Una de las primeras tareas del Departamento de lingüística fue la de fichar los libros de lingüística que se encontraban en Montevideo. Yo tenía bastantes libros —pero no tantos en aquel entonces— que puse a disposición de los alumnos, los llevé a todos a la Facultad, algunos desaparecieron. Teniendo ya el fichero, lo primero que hacía cada uno que tenía un trabajo era ver si yo tenía la bibliografía. También consultaban las bibliotecas públicas y privadas. Había un viejo profesor de historia y al mismo tiempo abogado, Gómez Haedo9, que nos permitió fichar sus libros de lingüística. Tenía una cantidad, no se sabe por qué él los había comprado; tenía cosas sobre las lenguas célticas, etc.

Una sorpresa fue la cantidad de libros de lingüística comprados por el interés probablemente del director de la biblioteca del Centro de Protección de Choferes. Esta biblioteca tenía una cantidad de libros de lingüística en español y en francés; también estaban los colegas que tenían libros y por supuesto las bibliotecas públicas como la Nacional y la de Estudios Superiores. Encargué a varios alumnos, a algunos les podía pagar algo, otros lo hicieron sin pago ninguno, para que ficharan todos los libros de lingüística. Se hizo un solo fichero de los libros de lingüística que había en las bibliotecas de Montevideo, con siglas para saber en qué biblioteca se encontraban: BN significaba Biblioteca Nacional, CH era Centro de Protección de Choferes; así podíamos saber dónde estaba el libro. Les habíamos dicho a los profesores y a los colegas que no los molestaríamos continuamente, pero que queríamos fichar sus libros para saber cuáles eran, pero si ya estaban en la biblioteca pública era mucho mejor, y que nos permitiríamos en el caso de que no se encontraran en ningún lado y que lo necesitáramos absolutamente, molestarlos. La gente muy amablemente nos permitió hacerlo sin ninguna dificultad porque se sentían bastante orgullosos de que se hubiese pensado en esto. Entonces alguien me decía: este señor es profesor de historia pero ha comprado muchos libros de lingüística, y allí íbamos. Había una librería muy buena, El Palacio del Libro, que era sucursal de Hachette; tenían sobre todo libros franceses, pero había también libros italianos, españoles; entonces nos decían quiénes compraban libros de lingüística, tenían una sección de lingüística. Un día pasé por allí, no tenía dinero, y habían llegado tres ejemplares de los Choix d’études linguistiques et celtiques de Vendryès (1952). Pensé: cuando tenga dinero, lo

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compraré; de todos modos, hay tres ejemplares. Pasé una semana después por allí y ya se habían vendido. Le pregunté al vendedor cómo era que se habían vendido; ¿quién podía tener interés en los estudios célticos? El vendedor se sintió hasta molesto y me dijo: “Pero señor, aquí leemos mucho; pero se lo puedo pedir.” Y efectivamente lo pidió y me lo regaló. En cambio se dio una colaboración más estrecha no tanto en el Departamento de lingüística sino en el Instituto de Profesores, porque el Instituto de Profesores tenía una organización especial, se daba lengua española, teoría gramatical, etc., o sea, que se daba mucho más la posibilidad de dar las materias lingüísticas allí, en particular para el español, pero también para el inglés y el francés donde también tenían que hacer teoría gramatical, gramática, la historia de la lengua respectiva; yo me concentré sobre todo en el español, y allí tenía como colega a Piccardo10; lo llevé al Círculo lingüístico de la Facultad y allí presentó el concepto de partes de la oración por medio de una comunicación. Siendo yo profesor de la Facultad de Humanidades que daba premios a la investigación, se presentó con un concepto de oración y obtuvo el premio; lo publicamos en la revista y en la colección del Departamento de lingüística; pero él pertenecía al Instituto de Profesores. De allí también surgieron algunos alumnos, en general profesores de la escuela secundaria 11 que ahora es Inspectora de Enseñanza Secundaria y que ha escrito algo sobre gramática española; o Lisa Block12, que también salió del Instituto de Profesores y que después de dedicó a la semiótica; o un muchacho muy bueno, Diego Pérez Pintos13, que porque no se trabajaba tanto en la investigación sino en la enseñanza y en la formación. La gente que formaba este grupo más que discípulos eran colaboradores que en parte se habían formado antes. Había un muchacho, Gomensoro14, que era empleado, pero que se dedicaba a la filosofía, participó en el proyecto sobre Cuadernos de Filosofía del Lenguaje, o bien Mercedes Rein15, que publicó sobre Cassirer16 y que también era del Instituto de Profesores, hizo un trabajo durante sus estudios sobre Cassirer; entonces le sugerí ampliarlo un poco para publicarlo como cuaderno en la colección. Este es el tipo de escuela de Montevideo.

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En cambio, en Tübingen yo diría que se hizo con más posibilidades y con alumnos en los que se veía qué tendencias, qué posibilidades, qué preferencias tenían, y se cultivaban estas preferencias; se veía quién sobresalía en la discusión de los seminarios. Los llamaba y les proponía algo, o les preguntaba quién podía traducir algún texto de tal idioma. Un señor, Thun17, me decía: “yo sé ruso, podría traducir algo del ruso”. Yo primero vine como profesor visitante a Bonn, estuve el primer semestre solo en Bonn y el segundo estuve tanto en Bonn como en Frankfurt, el tercer semestre igual. De Frankfurt traje a Trabant que estaba en primer año pero que había presentado un trabajo de seminario muy bueno sobre el pretérito simple y compuesto en una novela de Radiguet, creo que fue Le diable au corps. Cuando me llamaron a Tübingen hablé con él para ver si quería seguirme. Me dijo: “yo estoy en el primer año, ahora entro en el segundo”, pero nada más que esto. Pero además tenía la beca de la Fundación del Pueblo Alemán18 para gente muy capaz, lo que no les permitía tener empleos, creo que se les permitía en aquel entonces hasta 120 marcos por mes. Entonces me dijo: “yo voy como becario de esta Fundación”. Así se fueron formando los discípulos, cada uno con sus intereses. Cuando veía a alguien que me interesaba lo llamaba, hablaba con él; después empezaron a venir ellos, algunos a preguntarme. Se veía cuáles eran los intereses, y entonces así, a través de los seminarios y de las tesis doctorales se fueron seleccionando en una especie de selección natural. Algunos lamentablemente no llegaron a hacer la tesis, incluso entre los mejores. Como se trataba de lingüística pero al mismo tiempo se trataba de romanística, de lenguas románicas, se cultivó mucho la relación directa con esos países y con Francia, y todos estaban obligados, los que estudiaban francés, a ir a Francia por un cierto tiempo, lo mismo con Italia, España, Portugal y Rumanía. Esto fue posible sobre todo por medio de lectores, de becas, en la medida en que hubo becas, o si no como lectores. Así, por ejemplo, Trabant, Lüdtke19, Albrecht, Meisterfeld y otros más fueron como lectores a Italia; Windisch, Thun y Grossman fueron a Rumanía; Meisterfeld pasó después a Portugal; Dietrich y Geckeler estuvieron en Pamplona ya como profesores visitantes; Geckeler también estuvo dos años en Venezuela, en Mérida. Durante el período de estudio estaban aquí y después ocupaban los puestos de asistentes o de ayudantes. Algunos tuvieron que irse porque no había tantos puestos de asistentes o había que esperar, o bien

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algunos cedieron sus puestos a otros. Cuando vino Tovar20, como no había nadie allí y Dietrich estaba muy bien preparado, con un conocimiento del griego y del latín muy bueno, entró al Instituto como asistente de Tovar, después siguió haciendo el doctorado conmigo. Cuando los nuestros empezaron a ser llamados de otras Universidades, cada uno se llevaba también a alguien de aquí como ayudante o asistente. Así, por ejemplo, cuando Geckeler y Dietrich, los dos en el mismo año, fueron llamados a Münster, no tenían asistentes ni tampoco tenían discípulos todavía; entonces llevaron de aquí Staib y a Thun. En aquel momento había un puesto ocupado por Albrecht y otro por Lüdtke o por Thun que había vuelto de Italia donde había estado como lector; entonces dijimos: “¿quién va con Geckeler?” Geckeler dijo que era lo mismo uno u otro, que arreglaran entre ellos a ver quién iba. Entonces hablaron y Lüdtke dijo que él se quedaba aquí, que para eso había venido a Tübingen, para estar conmigo; entonces fue Thun, que también era más reciente, como ayudante de Geckeler. Así se extendió, se ramificó la escuela, en el sentido de que varios discípulos fueron llamados desde distintos lugares.

Sobre si considero cuál fue mi mejor discípulo, no podría decir cuál fue mejor o peor porque cada uno de los discípulos representa un determinado aspecto, un determinado interés por problemas, por ejemplo, de estructura gramatical, de semántica, de lenguas románicas. Entonces, por ejemplo, Thun es el más romanista de todos; le interesa todo lo de Portugal y Rumanía tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto de vista de las estructuras. Si se trata de la particular relación con el mundo clásico, especialmente el griego, y de historia más que de descripción de estructuras, estaría Dietrich; si se trata de la concepción general del lenguaje y del texto, estaría Trabant, que por razones personales y por simpatía humana siempre había sido mi discípulo preferido, por su mayor apertura filosófica también, por su conocimiento literario. Si se trata de la variación lingüística está Schlieben-Lange que tiene los intereses centrados sobre todo en sociolingüística y no tanto en dialectología. En dialectología en particular, tanto material como semántica, estaría Staib, por ejemplo, que ha hecho un estudio de semántica cultural en dialectología. De tal manera no se puede decir que un alumno sea mejor que otro por estas dos razones, porque cada uno representa una parte y no toda la concepción o todo el campo de trabajo que

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es prácticamente todo el lenguaje en su realidad, y porque cada uno siguió sus intereses primarios; nadie ha querido ser otro Coseriu, ni se lo habían propuesto. Yo alguna vez en broma le decía a alguno, sobre todo si era al mismo tiempo amigo: “no traten ustedes de ser Coseriu porque no lo van a lograr, traten de ser ustedes mismos y de realizar aquello por lo cual tienen interés, porque si tienen interés por algo personal y sienten esta tendencia, incluso este placer en el estudio, lo van a lograr mucho mejor, y no ocuparse de cosas por las que no sienten ningún interés.” Yo como veo necesariamente las cosas muy desde arriba tengo interés por todo, por lo mínimo, por los detalles aparentemente nimios, hasta por la pronunciación y la articulación de un sonido, etc. Entonces sí trabajo con gusto en cualquier aspecto.

Todos los trabajos que han salido de aquí presentan cierto nivel, han sido reconocidos y son trabajos serios, porque correspondían al interés de cada uno. Venían y me decían: “a mí me interesaría trabajar sobre este tema y seguir investigando.” Yo les decía: “me parece muy bien, y no solo eso sino que cuando haya adelantado un poco le daré un viejo manuscrito mío.” Con motivo de la conferencia de lingüística románica de Quebec, Schlieben-Lange iba a mi casa para mostrarme lo que estaba preparando para Quebec, que era algo sobre la norma lingüística, la ejemplaridad, la corrección y demás. Entonces me dice: “aunque usted no se ha ocupado de esto quiero mostrarle lo que he hecho porque a lo mejor me da algún consejo.” Entonces le dije: “espere un momentito que yo tengo algo escrito de 1957”, y le di el manuscrito. Ella se lo llevó y me dijo: “¡pero usted ya lo dijo todo!” — “No se preocupe”, le contesté yo, “usted diga lo que había pensado. Las ideas no son de alguien, y si lo dijo también Platón, tanto mejor; si pienso lo que piensa Platón está muy bien si lo piensa de veras”. Los principios generales son dos o tres que se reducen a uno solo que es el decir las cosas como son. Las teorías deben pensarse, es decir, deben corresponder a un pensamiento, se elaboran racionalmente, y los hechos deben ser conocidos como tales, que no venga alguien inventando hechos para que correspondan a la teoría, pero que tampoco venga alguien con teorías sin apoyo en los hechos. Por eso el principio es uno solo: la teoría es la aprehensión de lo universal en los hechos mismos. Deben existir las dotes para la teoría, para poder deducir, intuir lo universal, pero por otra parte se deben conocer los hechos. De aquí que casi todos mis alumnos se ocupan de una teoría, de lo que la teoría en lo fundamental ha propuesto, yo adopto la teoría y los hechos tengo que estudiarlos yo. Con esto llegan también a ampliar, a desarrollar la teoría sin tener que negar nada de lo esencial. Por ejemplo, uno de mis alumnos, ha llegado mucho más adelante en la teoría de lo que llamo el discurso repetido; Lüdtke ha ido mucho más adelante en la teoría de la formación de las palabras y sobre todo desde el camino de la sintaxis

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hasta la total fijación léxica de una palabra en particular, es decir, con los varios valores posibles, incluso en la teoría del verbo, desarrollando toda una teoría de esta categoría, o también la teoría del sentido. Varios han desarrollado sus teorías, de manera que puedo citarlos en cada caso, y no hay ninguno que no conozca los hechos. Son especialistas y conocen no solo los instrumentos para acercarse a los hechos sino los hechos mismos, las lenguas, etc.


P: ¿Cuáles considera usted que son las ideas o los conceptos fundamentales de su pensamiento que han tenido mayor repercusión en la lingüística contemporánea?


E.C.: En general —y lo he comprobado— han sido más bien aspectos parciales, quizás por la forma en que se han ido desarrollando y se ha ido constituyendo la escuela misma, pero también probablemente porque, fuera de mis discípulos, los que han adoptado algo fue porque les servía para un caso determinado para la solución de ciertos problemas o de ciertos aspectos de los que se ocupaban.

Así, por ejemplo, ha tenido mucha repercusión la distinción entre sistema y norma; sobre esto se ha escrito mucho, en particular en la Unión Soviética22, donde enseguida se puso esto en relación con la norma en el otro sentido, no como norma de realización tradicional, sino también como norma de ejemplaridad, para la enseñanza y el cultivo de la lengua; entonces se produjo una gran discusión alrededor de este concepto. Otro caso análogo es el de las tesis de lenguaje y poesía; estas han tenido gran repercusión entre quienes se ocupaban prácticamente de literatura o de lenguaje poético. Por ejemplo, ese ruso del que hablábamos cita a cada paso estas tesis de cinco páginas como si se tratara de un gran tratado porque correspondía a lo que él quería hacer; o también aquí, en una antología de textos para la relación en particular entre lenguaje y literatura, alguien pondera muchísimo precisamente esa tesis y dice que ha tenido una gran influencia sobre cómo se han planteado los problemas de Alemania.

También han tenido mucha repercusión las distinciones que hice en la semántica con relación a la semántica estructural que se ha desarrollado después y que ahora se habla ya de solidaridades léxicas como de algo que se ha hecho término generalmente aceptado. Fuera de Alemania, en España, Italia y en otros países, todos han adoptado la terminología de diatópico, diastrático, diafásico, que procede de Flydal; sobre todo lo de diatópico y diastrático, una terminología que fue fundada y elaborada después por mí mismo, y ahora ya se

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emplean esos términos sin referencia como si fueran términos generalmente aceptados. Ahora he visto en Valladolid a hebraístas que no habían estudiado jamás a Coseriu y que hablaban de diferencias diastráticas, que había que ver si la diferencia era diatópica o diastrática o diafásica.

Esto implica al mismo tiempo que no se ha adoptado la concepción entera, sino que se ha adoptado un aspecto, una parte como punto central. En cambio, para mí puede ser eventualmente un hecho marginal que se encuentre en cierto sitio. Por ejemplo, la distinción entre sistema y norma tiene su lugar determinado en la distinción de planos técnicos de la lengua, es decir, en una lengua funcional hay sistema y norma, y por encima del sistema el tipo, etc. Claro que quien no sepa que esto se encuentra allí puede pensar, por ejemplo, en la norma como un tipo de lengua regional, o puede pensar en la norma como norma de ejemplaridad, o bien puede entenderla como un estrato, mientras que para mí esto se encuentra en otro sitio de la concepción general y pertenece no a la estructura sino a la arquitectura de la lengua, y

representa la dimensión de la variedad, no la dimensión de la homogeneidad. Esto no se lo digo a mis alumnos, sino a otros que están fuera de este círculo de discípulos. A muchos se les escapa definir cuál es la coherencia de esto con lo demás, de suerte que uno puede sostener exactamente lo que afirmo yo en un punto sin sostener lo mismo en otro porque ignora las conexiones, las relaciones con lo otro.

Por otra parte, una concepción de este tipo no puede ser adoptada en su totalidad porque se trata de una actitud de la concepción de la ciencia en general, no solo del lenguaje, es decir, la concepción de la objetividad científica; cada uno piensa que tiene objetividad científica porque si no, no diría lo que dice. Esto sin reflexionar sobre todo lo demás, o sea, qué implica la objetividad científica, el decir las cosas como son en el caso de lo humano y en el caso del lenguaje, y después se va parcializando. Pero la concepción completa o bien uno piensa tenerla ya porque no se dice qué hay que decir del lenguaje, se dice simplemente que hay que decir aquello que el lenguaje es y aquello que el hablante ya sabe también intuitivamente; o sea, que la concepción en esta forma epistemológica cuando todavía no corresponde al lenguaje en su sustancia, es una concepción simplemente formal y que muestra, no define, aquello que hay que decir. Por ejemplo, hay que decir: ¿aquello qué es? Pero en esta concepción no se dice porque como se aplica a cualquier cosa, no solo al lenguaje, no puedo decir que algo ya es esto o aquello, sino simplemente es aquello que es y que por lo tanto debe revelarse en la ciencia. De la misma manera en los demás casos se trata de la forma y del deber ser formal de la ciencia para cualquier objeto, es decir, de un hecho siempre relacional que se modifica de acuerdo con el objeto. Por ello todo punto de vista tiene su validez para aquello que constituye su objeto. Yo decía que incluso estudiar las novelas y compararlas de acuerdo a su peso es un

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hecho científico, pero hay que ver qué se hace con esto; porque este es un punto de vista por cierto objetivo; si corresponde o no al sentido es otra cosa, pero puede deducirse algo de esto quizás para ver las relaciones sociales en cierta comunidad, si se escriben novelas muy largas, por ejemplo, si la relación estadística es esta, ver por qué; también se podría deducir que hay muchísimas señoras solas que no tienen otra cosa que hacer sino leer novelas. Se podría deducir todo esto, solo que no se ha estudiado a la novela como novela.

Si se presenta este estudio con conciencia y con método y si no se es en esto arbitrario, tiene su validez para aquello que dice que comprueba con respecto a los hechos, siempre que tenga conciencia de que es una parcialización, que no ha considerado las cosas en sus relaciones, en sus conexiones, y que eventualmente no se ha preguntado si ese es el sentido mismo de las cosas, de acuerdo con los principios de la dialectología que les había señalado de establecer un orden de los hechos, pero un orden que sea real y al mismo tiempo objetivo.

Esto nos lleva a esta concepción general de la ciencia que afirmó en una fórmula muy feliz Leibniz para los sistemas filosóficos. Leibniz escribió una vez que todos los sistemas filosóficos son verdaderos por lo que afirman y son todos falsos por lo que niegan; significa que si lo afirmas sistemáticamente y con método, es algo verdadero, pero si al mismo tiempo dices que esto es todo y niegas lo otro, quiere decir que en esto no llegas a la verdad. De ahí entonces ese aparente eclecticismo, es decir, todos tienen razón, pero parcialmente; yo no niego nada o trato de que no se niegue nada, de que se vea la validez, aunque también lo limitado de cada enfoque; de ahí que se hable del alcances y límites, que es una de las fórmulas que se repite constantemente. Voy a dar un ejemplo: cuando Piccardo sostuvo la teoría de las combinaciones sintagmáticas para las partes de la oración, me preguntó qué me parecía. Le dije que me parecía muy bien, que me parecía excelente, hay que sostenerlo y afirmarlo así, pero lo cierto es que las categorías verbales no son tipos de combinación, sino que son otra cosa, pero son hechos ciertos y por lo tanto se pueden ver en estas combinaciones sintagmáticas. Pero no son las combinaciones que determinan el valor categorial sino al revés, las combinaciones se eligen de acuerdo con el valor categorial; lo mismo para el contenido léxico como cuando decimos: estamos listos y somos listos; no es que por el “estamos” se haya dado valor a “listos” sino que el valor de “listos” se piensa como tal, y tiene su combinación con “estar”, es decir, se elige la combinación, pero hay que pensar esto para elegir. No hay que confundir el hecho de que el oyente entiende, de que esta combinación es señal para el oyente. Por ejemplo, cuando

digo: “mañana voy” y “mañana fría”, señalo qué función tiene “mañana” por la combinación y así lo entiende el oyente; o sea, que las combinaciones funcionan también como funcionan las desinencias, como funciona el orden de las palabras, como pueden funcionar los morfemas

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porque se combinan de cierto modo, y uno lo entiende, así como lo entiende donde la terminación no dice nada, y entiende por alguna combinación cuál es la función de “yo tenía”, “él tenía” o “ella tenía” por la relación que hay; el hablante lo sabe no porque piense algo que sea en primera o en tercera persona, él piensa o en la primera o en la tercera persona, y el otro tiene que deducirlo.

En lo que Piccardo afirma tiene perfecta razón; pero al negar algo implícitamente, o sea, al decir que esto es lo único que caracteriza a las categorías verbales, que es una negación implícita porque indica que todo lo otro no es, en eso se equivoca. Pero no le vamos a pedir a alguien que se paralice en su trabajo porque solo tiene validez limitada. Cuando me preguntaban: “¿Estará bien que apliquemos el método bloomfieldiano de descripción? Yo he estado un año en Norteamérica y allí me han enseñado a describir las lenguas”; les contestaba: “claro que está muy bien”, porque lo dicho de acuerdo con este método será muy útil y otros, sabiendo aplicarlo con rigor, podrán deducir quizás otra cosa muy diferente. Con este método declarado y aplicado con mucho rigor no lo puede decir todo pero lo que dice, lo dice bien.

Entonces me dicen: “¿Cómo es que usted tiene tanta admiración por personas tan diferentes como Pagliaro, Hjelmslev y Bloomfield?” — Les tengo admiración por lo que han dicho, no por lo que han negado, entendiendo en cada caso su coherencia, entendiéndolos desde dentro a cada uno, entendiendo que para Bloomfield el renunciar al significado implicaba un sacrificio enorme, y él lo sabía porque desde el comienzo define la forma lingüística como forma con significado, porque si no, no es forma lingüística; solo que después dice: de acuerdo con mi método científico yo no puedo ocuparme del significado. No tiene ninguna razón, pero también hay que decir que es perfectamente coherente con este método, con resultados positivos aunque no tenga razón, por ejemplo, para eliminar todo subjetivismo o todo impresionismo que dice: “a mí me parece”, “yo pienso”, sin ningún método, simplemente porque yo pienso esto. Sin embargo, nosotros sabemos que el significado no es solamente lo que el hablante piensa sino lo que el hablante utiliza, es decir, lo que el hablante intuye. De ahí que esta concepción no pueda adoptarse en su totalidad, o quien la adopta no es por eso seguidor de Coseriu. Si digo: “sigan las cosas”, alguien dice: “yo sigo las cosas, soy en esto coseriano”, pero puede ocuparse de cosas muy diferentes.


P: Mañana se cumplen los 40 años de la publicación de Sistema, norma y habla, uno de sus trabajos clásicos, de los más conocidos de la lingüística actual. Nos interesaría muchos saber el proceso de gestación del trabajo, porque efectivamente esto se publica en el 52, tengo entendido, recién llegado prácticamente a Montevideo, o a los dos años, algo así. Al principio

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nos hemos dado cuenta de que usted incluso, además de toda su actividad docente y de investigación, continuó con algunos trabajos de crítica de arte y organizado exposiciones; todo eso supone una actividad enorme. Entonces nos preguntamos en qué momento usted realmente gestó este Sistema, norma y habla.

E.C.: En general la génesis de una concepción no es un desarrollo parcial y un surgir en un momento de una idea de la que se deducen relaciones con otras, sino que una concepción es algo que surge de un núcleo intuitivo desde el comienzo en su totalidad, y después solo hay que desarrollarla a esta concepción en el sentido propio del término, o sea, desplegarla, seguir desenrollando lo enrollado, lo que está concentrado en este núcleo; de suerte que también en el caso de Sistema, norma y habla, desde el comienzo, al leer escritos de estructuralistas, advertí que tenían razón en lo funcional, etc., pero que por otra parte no tenían razón en el hecho de que a pesar de esto había que decirlo así a pesar de que las cosas desde el punto de vista de la función parecían facultativas. Quiere decir que la idea ya estaba implícita para poder yo comprobar esto, si no, no habría podido comprobarlo pero, por supuesto, en forma intuitiva.

Lo que efectivamente me llevó a esto fue la consideración de la creatividad, es decir, una de las cosas que vienen todavía del estudio en la universidad, y que fue el interés por el desarrollo del concepto de energeia, no diciendo simplemente que esto es actividad, porque quien dice que el lenguaje es, en primer término, actividad o no ha entendido el concepto de energeia o no ha leído en el libro de Humboldt la página siguiente donde se dice precisamente que el lenguaje es energeia en todas sus formas, como tal acto del lenguaje pero también como lenguaje en general, también como lengua; es decir, que no ha entendido que no es solo acción sino que implica algo más.

Este hecho de la creatividad me ha llevado a advertir que hechos creados en lo léxico y en lo gramatical que no existían antes se correspondían. Entonces me pregunté: ¿a qué corresponden? Y con esto llegué a la concepción de las posibilidades abiertas de una lengua y concebí a la lengua como este sistema de posibilidades abiertas no enteramente realizadas. ¿Pero por qué lo ya dicho se dice así y no de otro modo? Entonces se advierte a la lengua como tradición realizada. La primera vez, todavía sin estos términos, sostuve esto en un trabajito en italiano sobre la poesía de Ion Barbu23 sobre la creación lingüística en este poeta, advirtiendo que muchísimas de las construcciones que él entrega se aceptan, se entienden perfectamente, nadie dice: “esto no se ha dicho, no existe”, a pesar de que precisamente no se encontrarán ni

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en la gramática ni en el diccionario, sino que simplemente corresponden a un modo de hacer que en otros casos sí se dice; entonces descubrí toda una serie de creaciones que se interpretan automáticamente si uno conoce la lengua, y esto lo presenté como posibilidades abiertas, la lengua como posibilidad abierta, pero todavía lo veía en un mismo plano, o sea, la lengua con tantas posibilidades realizadas y después con una especie de flecha con varias posibilidades que todavía podían seguir realizándose. La concepción ya estaba, relacionada también con toda la concepción energética del lenguaje, pero todavía como intuición que debía desarrollarse.

En cierto momento, casi simultáneamente, leí cosas de Pagliaro que había leído antes pero en las que no había reparado, y volví a encontrar esta noción de la lengua come técnica. Entonces me pregunté: si se trata de hacer debe haber un saber hacer. En seguida se me ocurrió que la técnica puede presentar estos niveles, y puede ser entonces técnica abierta que ya no se da en un solo plano sino en dos planos diferentes, uno de realización y otro que está en parte realizado y en parte queda abierto y quizá no se realice nunca, pero que si se realiza se reconocerá como bien hecho en esta lengua porque corresponde a las diferencias funcionales de esta lengua, al sistema como conjunto de vías abiertas y vías cerradas.

Al mismo tiempo leí en el Archivio Glottologico24 un breve informe de Devoto sobre una conferencia de semántica que algunos lingüistas como Hjelmslev habían realizado en Niza alrededor de los años ‘50 o ‘51, donde se decía que Hjelmslev había propuesto una distinción entre varios planos, y sin que me refiriera a estos planos se me ocurrió precisamente juntar la idea de la técnica con la idea de los niveles de planos técnicos que tienen otro sentido en mi teoría de la estratificación que en la teoría de Hjelmslev. Pero de todos modos era lo que se combinaba sin dificultad, esta idea de la creatividad y de las vías abiertas, con la idea de técnica y de los niveles posibles de la técnica.

En el Círculo Lingüístico de Montevideo que habíamos fundado en aquel entonces, al comienzo empezamos con otras cosas, más bien con comunicaciones, como siempre, entonces tenía que hablar uno. Cuando murió Croce se hizo la conmemoración, también se hizo la conmemoración de Amado Alonso, entonces hablé de Amado Alonso; Piccardo presentó lo suyo sobre las partes de la oración, y yo presenté esto en una comunicación sobre el sistema, con los ejemplos todavía de Ion Barbu, de este viejo artículo que había salido por los años ‘48 o ‘49. Allí hubo entusiasmo, sobre todo de Piccardo que dijo que esto le resolvía una cantidad de problemas, sobre todo en los criterios de corrección, porque cuando se trata de algo que no existe cómo decir que es una cosa correcta, en cambio lo que eventualmente existe puede no

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ser correcto. Se discutió esto; y al mismo tiempo se estaba publicando la revista de la Facultad de Humanidades, y el director de la revista, un profesor de la Facultad, Francisco Espínola25, que era profesor de teoría literaria y escritor, autor de la novela Sombras sobre la tierra26, que era muy amigo de Piccardo, me pidió porque no tenía material y tenía que salir la revista, que le diera algo; entonces Piccardo le dio su concepto de las partes de la oración, y a mí me preguntó qué le iba a dar, me dijo: “¡Tiene que darme algo absolutamente!” Yo le dije: “Yo no tengo nada.” Pero él insistió: “¡Pero esa comunicación de la que me habló Piccardo es muy interesante!” Le dije que no tenía nada escrito porque la improvisé. “¡Entonces escríbala!”, me dijo. En diez días lo escribí con la bibliografía y con todo, y a los diez días tuve una cita con Piccardo, lo leímos para que no hubiera cosas muy incorrectas en español, y llevamos el manuscrito sin pasarlo a máquina, y así salió.


P: ¿ Sistema y Norma es posterior?

E.C.: No, es simultáneo, es una especie de resumen de esto, pero que se publicó después; se había preparado como comunicación para el Congreso de Lingüística de Londres. En aquel momento teníamos también entre los colaboradores más cercanos a Piccardo del Instituto de Profesores y a Vázquez27 que se ocupaba de fonética y que había estudiado con Lyons en Inglaterra y que llevó al Uruguay el funcionalismo de tipo inglés y el concepto de fonema de Lyons. Después de esta comunicación en el Círculo Lingüístico se empezó a aplicar en las ciencias fónicas porque Vázquez también me dijo que a él le resolvía varias cosas, entonces se escribió rápidamente para mandar al Congreso de Londres este trabajo para la unificación de las ciencias fónicas donde ya aparece la fonética del sistema, la fonética de la norma, ya con las distinciones de la variedad. Con esta misma idea él también preparó lo del fonema /s/ en el español del Uruguay. Todo esto se hizo conjuntamente. Piccardo mandó su texto entero porque era muy breve, mientras se estaba imprimiendo mandó el texto entero de las partes de la oración, y yo en cambio mandé el resumen de Sistema, Norma e Parola, que nadie tomó en consideración en Londres porque no les interesaban estos desconocidos de Montevideo. Cuando se publicó y se mandó entonces sí entraron todos a decir que era muy interesante, y

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empezaron una serie de reacciones. Algún día voy a buscar una colección que tengo de fragmentos de cartas28, de opiniones sobre los trabajos de Montevideo con todo lo que empezaron a escribir el viejo Vendryès, Terracini de Italia, Américo Castro, y otros, todos con opiniones muy interesantes, pero claro, ya con el trabajo publicado, porque se mandaron unificación de las Ciencias Fónicas, y El fonema /s/ en el español de Uruguay29.

P: ¿Todo eso se presentó en Londres?


E.C.: Lo del fonema /s/ no. Cuando se empezó a mandar a profesores, colegas, amigos, o a grandes lingüistas, se hizo conjuntamente, y ya se nos empieza a citar; esto fue en el ‘52, y en el ‘53 ya me citan a mí y citan a Piccardo. El éxito fue inmediato; se sorprendieron un poco pero se dieron cuenta que desde Montevideo llegaban cosas sólidas, bien hechas, que a mí me costaron también mucho trabajo en las discusiones con Vázquez, en la corrección de todos los detalles.


P: Después usted lo presentó en un homenaje a Pisani.


E.C.: Fue mucho más tarde, cuando me pidieron algo para este homenaje; yo no tenía nada en italiano; entonces lo presenté en italiano.

P: ¿A quiénes reconoce como sus maestros —aquellos que influyeron fundamentalmente en su formación— y por qué justamente los considera sus maestros, en qué sentido, desde Rumanía hasta Roma y Milán?


E.C.: Es muy difícil identificar maestros en el sentido corriente, es decir, alguien con quien se haya trabajado durante mucho tiempo y cuyas ideas se hayan seguido. Yo siempre digo —y no es una broma— que mis maestros fueron Aristóteles, Hegel y Humboldt, porque son los pensadores de los cuales más he aprendido para la concepción general o con los cuales me he identificado, donde he encontrado materia sustancial y vital para mi propia actividad. En cambio, maestros en el sentido de que hayan tenido una determinada influencia sobre la marcha

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incluso de los estudios, yo diría que el principal fue mi maestro de la escuela primaria, el hombre que me descubrió y que ya entonces me apreciaba mucho. Su hijo escribió un gran artículo sobre mí en una revista de Moldova30 donde dice precisamente que su padre ya le indicaba como ejemplo y como modelo a Eugenio. El padre se llamaba Roman Mîndîcanu y el hijo se llamaba Valentin31, que es también escritor y que estuvo en Tubinga el año pasado. Después tuvo mucha influencia, diría yo, toda la escuela secundaria en su conjunto, una escuela secundaria en Rumanía excelente, sobre todo en nuestra región, y lo digo continuamente en todas las entrevistas. Lo que he aprendido como hechos y como métodos e incluso como ideas en la escuela secundaria es tanto que después en la experiencia que he tenido de varias universidades en muchos países, y también aquí, en Alemania, me ha mostrado que sabía más, o que sabía ya del secundario lo que en otros lados pertenece a un nivel universitario. Para los exámenes de literatura francesa muchas veces yo ya sabía de la escuela secundaria incluso de teoría literaria, de historia. Entonces fue toda la escuela secundaria sin que se pueda decir que haya habido un maestro determinado.

En la Universidad en Rumanía cursé nada más que un año y seguí muchísimas asignaturas; así que en realidad no podría decir que haya habido un maestro en particular. Me acerqué a los profesores también desde el punto de vista humano y también me ayudaron en situaciones difíciles como cuando se ocupó Besarabia y yo había quedado como refugiado, solo, sin familia. Me acerqué mucho al profesor de eslavística, Caraman32, por quien tuve una gran simpatía siempre, también a un profesor de literatura rumana antigua, Pascu33. Había un profesor de literatura románica, Găzdaru34, con quien trabajé mucho, pero después se convirtió en un hombre totalmente diferente. Tuve mucha relación con Călinescu35 que era profesor de estética y crítica literaria y que al mismo tiempo publicaba una revista en la que yo colaboraba, y todas las semanas nos encontrábamos con este profesor; como tenía que ir a la imprenta a corregir pruebas se había establecido una relación de colaboración y se hablaba de poesías en latín algunas veces en este pequeño grupo de colaboradores cuando teníamos una reunión con

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él; nos decía: “¿quién puede hacer un poema en latín?” Yo le contestaba: “lo hago yo, lo traigo mañana”; por ejemplo, cosas así.

De allí salieron también muchos trabajos de crítica; tenía la colección completa, pero se me perdió. De todos modos, con Călinescu hubo más relaciones. Con otros —lo han recordado mucho— he tenido la relación normal de discípulo que intervenía en el seminario con mucho atrevimiento, y yo que era de primer año intervenía y criticaba a los de cuarto año. Así, por ejemplo, Iordan, sin tener alguna relación personal o de colaboración como con otros, era el profesor de lengua rumana, y se hacían cursos y seminarios. En el seminario me dio la tarea de que discutiera un trabajo. Iordan siempre les daba algún trabajo menor a los de primer año porque no presentaban todavía trabajos de seminario, los trabajos de seminario los presentaban los de tercer y cuarto año; pero para que pudieran participar un poco en la discusión y para que los alumnos de primer año también hicieran algo, me pidió que preparara, primero, una exposición sobre ciertos hechos lingüísticos de Rumanía. Entonces a él le gustó mucho y me dio también la tarea de que hiciera la crítica a un alumno de cuarto año, porque allí se hacía siempre así. El trabajo de seminario estaba muy bien organizado, pero se ha perdido.

Este tipo de trabajo se hacía siempre con un “referat”, una exposición, y con un “co- referat”, una réplica a la exposición; es decir, que alguien presentaba una relación y se la daba a su crítico que hacía una especie de trabajo paralelo en el que lo discutía, decía si le parecía bien o si le parecía que no estaba bien, y era como el “referat” sobre el “referat”. Con ello se abría la discusión, y eran los de primer año los que la desarrollaban. A mí me dio un trabajo sobre una exposición de cuarto año, sobre el elemento turco en el rumano de Dobrogea, una región de Rumanía. Entonces hubo que hablar primero con el otro estudiante para que entregara el trabajo; todavía lo estaba escribiendo y lo terminó la noche anterior al día en que tenía que presentarlo. Me lo dio aquella noche y yo preparé la crítica esa misma noche; al día siguiente él presentó el “referat” y yo presenté la crítica, una crítica muy dura en la que no le dejaba nada en pie. El protestó mucho, pero Iordan le dijo: “no proteste porque el señor Coseriu tiene razón; está muy bien lo que dice”. Después de esto Iordan, al terminar la sesión del seminario me dijo si podía ir a verlo, porque quería decirme algo. Yo pensé que me iba a decir que no fuera tan duro con los de cuarto año; en cambio me preguntó de qué vivía, si tenía beca porque si no haría lo posible para que yo tuviera una beca. Le dije: “yo ya tengo una beca”; efectivamente la tenía, y así se dio esta relación sin que fuera maestro en algo en particular.

Después fui a Italia, y en Italia nuevamente los maestros lo fueron los pensadores a través de la lectura. Algunas veces iba también a las clases de los profesores que voy a nombrar, pero muy poco en realidad: Croce no había sido profesor pero se leía, y dos que enseñaban en la

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Universidad de Roma —que fue donde estudiaba yo— Gentile y Carabellese36, Gentile de filosofía y estética; y, Carabellese de historia de la filosofía, también los seguí más bien a través de los escritos que a través de una relación directa. A quien más me acerqué en esto fue al profesor de eslavística, Giovanni Maver37; con él sí trabajé bastante, también trabajé en su biblioteca personal porque tenía una biblioteca muy buena. Yo había ido a estudiar con él filología románica pero después me acerqué más a la eslavística debido a Maver, y a la lingüística general, porque Bertoni38, el profesor de filología románica, murió al segundo año de estar yo allí.

A las clases de Pagliaro creo no fui casi nunca en aquel entonces por ciertas razones, después lamenté mucho no haber ido. Precisamente yo no iba a las clases porque él era profesor de dos materias —esto no hace falta que lo ponga—; daba lingüística, esa era su catedra, y al mismo tiempo daba historia y doctrina del fascismo, y era en esta catedra donde tenía un público enorme, 1 500 estudiantes o 1 000 estudiantes, mientras que en lo otro tenía muy pocos. A él le gustaba mucho. Yo después lo lamenté mucho porque era un gran hombre, pero yo pensé, como joven estudiante, que uno que hace dos cosas tan diferentes y que goza tanto con una de ellas, no podrá ser serio en lo otro. Entonces no seguí sus cursos y lo descubrí después, ya estando en Milán, al empezar a leer sus cosas, al leer también las ideas y la concepción general, y sobre todo al leer un libro de Nencioni que se refería a Pagliaro, porque pensé que era mucho más inteligente que cualquier otro, empecé a leerlo y ahora lo considero como maestro.

En Milán estuve con Banfi, que era profesor de filosofía, con el cual hice sobre todo estética; también con él tuvimos alguna relación personal y también se hizo alguna traducción de filosofía rumana, por ejemplo, de Blaga39, que se publicó en una colección de estética, y élhizo el prólogo. De manera que de todos estos considero como maestros a Maver, Pagliaro y Banfi, y les he dedicado las Lecciones de Lingüística General40, y en la introducción digo por qué los considero maestros, o sea, no por los hechos; porque en realidad cada uno tenía otra especialidad, sino por el enfoque, o por la apertura mental, o por la generosidad con respecto a teorías y métodos; ver a cada uno desde dentro, ver lo que cada uno puede dar. Pagliaro lo tenía

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más o menos intuitivamente, conociendo filosofía griega, lo conocía a Aristóteles muy bien; Maver lo tenía solo intuitivamente porque era profesor de eslavística; en cambio Banfi lo tenía más o menos explícitamente porque su sistema filosófico era precisamente el racionalismo crítico, con la concentración no tanto en el sujeto o en el objeto sino en la tensión misma entre sujeto y objeto, en este trabajo continuo de aprehensión, de captación del objeto, por parte del sujeto para ver cuáles son las normas de este trabajo. De ahí que los considere como maestros más o menos ideales. En el caso de Pagliaro precisamente digo ahí que fue maestro a través de los escritos. Pero son maestros que uno elige, no en el sentido de que uno se forma con alguien, sino al revés; uno ya tiene cierta concepción y advierte esta coincidencia, esta relación de simpatía con otro, especialmente en el caso de Pagliaro, porque nunca había ido a las clases o había ido alguna clase de textos iránicos antiguos. Pero al leer algo de él dije: “esto está bien; vamos a leer más sobre esto”. Empecé a mandarle mis cosas a Pagliaro después, y cuando fui nuevamente a Europa enseguida él me invitó a su casa, incluso me invitó a dar conferencias en la Universidad de Roma. Yo le decía maestro y los estudiantes pensaban que yo era un viejo alumno suyo extraviado por Sudamérica, en cambio no era así porque yo nunca había sido alumno de él; y a él le gustaba que yo me declarara su alumno. Le decía maestro y él me decía: “più maestro sara lei”41. Me invitó y decían: “A nosotros no nos ha invitado nunca a su casa, ¡y este viene de Montevideo y lo invita a su casa!” Es así es como fue más bien maestro reconocido que maestro efectivo. Pagliaro había sido fascista y Banfi al revés, estaba muy ocupado porque estaba en el partido comunista, así que casi no se lo podía encontrar; había que leer sus cosas y ver qué sostenía en sus escritos, porque si se llamaba a su casa para preguntar si se podía ver al profesor o cuándo iba a la Universidad, contestaban que estaba en la seccional. ¿Qué era la seccional? Era del partido, estaba ahí porque tenía una conversación con los obreros. De ahí que hayan sido maestros más o menos indirectos.

En cuanto a Maver, sí hubo mucha relación. Maver no solía hablar mucho, tampoco tenía mucho talento, mucha tendencia o mucho espíritu comunicativo. Sobre todo daba indicaciones sobre dónde se podía encontrar algo cuando trabajaba en su casa. Decía: “siéntese en esta mesa, aquí tiene esto y esto para lo que tiene que hacer”; y él se iba. Pero yo tenía contacto a través de las clases y sobre todo por ese trabajo de discusión en las clases que eran al mismo tiempo seminarios, que en Italia casi no existen, salvo en las asignaturas menores, como por ejemplo

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eslavística, que era una asignatura menor con muy pocos alumnos, en aquel entonces creo que éramos seis o siete. Entonces sí había alguna discusión.


P: ¿Pisani no fue profesor suyo en Milán?


E.C.: Nunca. Yo ya había hecho mi tesis doctoral en Roma y en Milán hice otra tesis sobre filosofía, mientras que Pisani era profesor de lingüística en otra sección, no en la de filosofía sino en la sección de Letras. Más tarde me acerqué a Pisani. Estábamos en el periódico Corriere Lombardo, donde yo trabajaba, y algún colega o algún amigo de un colega, no recuerdo exactamente cómo fue, me dijo que Pisani tenía la intención de fundar el Círculo Lingüístico de Milán y que había convocado a una reunión para esto. Fuimos todos a este Círculo y ahí empezó la colaboración, cada uno empezó a presentar comunicaciones, a participar en la discusión.

Después estaba yo trabajando en una Enciclopedia, la Enciclopedia Hoepli, para poder ganar algo más de lo que ganaba uno en el periódico que era muy poco; en la Universidad no se ganaba casi nada. Ahí teníamos como director a un señor al que había que llamar profesor, pero que era profesor de deportes o de esgrima; le gustaba muchísimo maltratar y humillar a los jóvenes doctores especialistas en esto o en aquello. Fui a pedir trabajo en la Enciclopedia porque me habían dicho que se podía trabajar, y entonces me dijo: “¿Usted es especialista en lingüística y en filosofía? Muy bien, entonces usted me hará pesos y medidas.”

Otro amigo mío que ahora es profesor de ruso en la Universidad de Milán, Bazzarelli42, al que también llevé ahí, como especialista de literatura rusa y de ruso, tuvo que hacer ríos. También teníamos que revisar las voces de los artículos hechos por otros colaboradores externos, y le habían pedido varias cosas de lingüística a Pisani; después solían darlos también a alguno de confianza de la casa, y le habían dado estos artículos hechos por Pisani, un especialista al que yo todavía no conocía porque no se había fundado el Círculo Lingüístico, a un lingüista aficionado y totalmente absurdo, Paolo Santangelo, que había escrito libros sobre el origen del lenguaje, comparaba el siciliano con el coreano y cosas así, y este había dicho que no estaba nada de acuerdo con los artículos de Pisani. Entonces me llamaron y me dijeron: “usted que se ocupa de las lenguas y es lingüista, nos puede decir quién tiene razón, Pisani o Santangelo”. No le dije nunca a Pisani que habían dado sus artículos para que los revisara Santangelo.

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P: Una pequeña pregunta que se me ocurrió ahora porque usted recordó cómo descubrió a Pagliaro. ¿Se recuerda cómo descubrió a Humboldt? En la Universidad, por sus lecturas, ¿con algún profesor?

E.C.: No recuerdo, pero creo que en la Universidad en Rumanía, ya desde primer año lo conocía, porque en Italia ya me refería a Humboldt para la creatividad; quiere decir que en algún momento habré leído algo, así que no puedo decir cuándo lo haya descubierto, porque a veces se descubren autores porque se los nombra en una clase, el profesor los nombra y uno recuerda que lo ha nombrado en cierto contexto y así se acerca más. Estoy pensando si no habrá sido ya en la secundaria donde o bien el profesor de alemán o el profesor de filosofía hayan hablado de algún modo de Humboldt, o incluso el profesor de geografía que era un alemán y que al hablar del otro Humboldt y de la corriente de Humboldt nos haya explicado que este era hermano del que era naturalista; pero de todos modos la figura de Humboldt ya la tenía desde muy temprano. En Italia ya era conocido.

Lo mismo sucedió con Saussure; también en época muy temprana ya en la Universidad; pero recuerdo que en la Universidad en Roma todavía no tenía el libro, así que tuve que resumirlo todo y lo tengo en el cuaderno de lecturas donde hacía los resúmenes de los libros, y justamente de Saussure tengo un resumen muy amplio en estos cuadernos de trabajo. También está Charles Bally y otros. Lo compré por primera vez ya bastante tarde, estando yo en Milán, Bazzarelli, fue a París por alguna otra razón y le encargué que me comprara una serie de libros, entre ellos me encontró un Saussure: justamente encontró la primera edición. En aquel entonces para pasar de un país a otro había muchas restricciones, sobre todo cuando esos países habían sido enemigos, había controles aduaneros muy severos y solamente se podían trasladar cosas propias; entonces esos libros que me compró llevan todos su firma a pesar de que no eran de él, pero tuvo que ponerles la firma para que pudieran pasar por la aduana. De modo que el libro llegó muy tarde porque ya lo habían leído y resumido como estudiante, incluso con anotaciones sobre la fonética; algún día los buscaré a estos viejos cuadernos.

Después hice la comparación entre Saussure y Humboldt. En los años ‘50 o ‘51 al preparar la Introducción al Curso de Lingüística43 había llegado a través de la lectura de Bühler que se refiere al acto lingüístico y a la acción lingüística y trata de conciliar Saussure y

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Humboldt, y discutiendo a Bühler vi cuál era la relación efectiva. Esto llegó bastante tarde, por el año 50, es decir, la relación de Humboldt y Saussure conjuntamente. Pero a Humboldt lo conocía desde antiguo; cuando quise encontrar textos encontré una edición de esas baratas que se hicieron después de la guerra, y la llevé después por las varias peregrinaciones que hice; también un facsimilar de la primera edición me la regalaron muy tarde los discípulos en cierto momento en un aniversario, no sé si en el ‘50 o en el ‘55.


P: Me gustaría mucho que usted hiciera un breve comentario de algunas de las caracterizaciones que se han hecho de su pensamiento, como, por ejemplo: Coseriu idealista, estructuralista posestructuralista, neotradicionalista, neohumboldtiano, realista.


E.C.: Todas estas caracterizaciones son certeras porque cada una considera cierto punto de vista, y quien es tradicionalista prefiere ver lo nuevo como ligado a la tradición y decir: aquí se afirma también la tradición, entonces tenemos a un neotradicionalista. Quien en cambio ve sobre todo, o positiva o negativamente, lo estructural, dice que soy estructuralista como elogio o como crítica, como vituperio; y así lo demás. Posestructuralista prácticamente no significa nada, es simplemente un ordenar en el tiempo, y realismo significa simplemente esto que digo yo: decir las cosas como son.

¿Por qué están bien todas esas caracterizaciones en lo que afirman? Precisamente porque cada una destaca uno de estos principios, que son esos principios que están en el prólogo de los textos de Gramática, Semántica, Universales44, o en el discurso de Heidelberg45, y en ese discurso de Córdoba.

Se trata de esto: se parte de decir las cosas como son. ¿Cómo son estas cosas del lenguaje y de las ciencias humanas? Las cosas hechas por el hombre son hechos de cultura, entonces se da el humanismo o el idealismo. ¿Qué se advierte en estos hechos? Se advierte la homogeneidad y la variedad, la alteridad y la creatividad; y la alteridad se presenta necesariamente como un hecho común, como estructura. Entonces efectivamente una lengua funciona a través de las estructuras, y toda la libertad y todo el alejarse de una norma implica precisamente el conocimiento de las estructuras y el conocimiento de la norma, y cuando advertimos que algo constituye una desviación es porque conocemos la norma, si no, no lo podríamos decir. De modo que hay normas intrínsecas de esta actividad: es una técnica estructurada; entonces es

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cuando se dice: es estructuralista. Claro está, pero solo que la estructura se refiere nada más que a la lengua funcional que es una dimensión del lenguaje. En esto es perfectamente estructuralista, solo que esto no es todo, porque después existe la variedad; lo mismo en el caso de la semántica estructural que está perfectamente bien como estudio de las oposiciones funcionales en el contenido en una lengua funcional, pero sería un error sumamente grave, mortal, decir ahora que esta es toda la semántica y que esto puede explicar también lo funcional en los textos, etc. De aquí entonces que se diga estructuralista. Por otra parte, más allá del estructuralismo46, es decir, admitiendo el estructuralismo en todo aquello que tiene de valedero para decir que hay que superarlo en esto y en esto, dicen que uno es posestructuralista; pero por otra parte lo digo y trato de demostrarlo en los estudios históricos, si en el caso del lenguaje el fundamento, el punto de partida, es aquello que los hablantes saben en cuanto hablantes y el lingüista mismo sabe en cuanto hablante, entonces sería una falta de respeto por la humanidad, una falta de confianza en el hombre, si se pensara que nosotros somos los primeros que descubrimos algo y que decimos cosas totalmente nuevas, sino que como los hombres siempre han sido inteligentes y siempre habrán sabido lo que hacen si se han preguntado en ciertas y determinadas situaciones históricas con respecto a sus propias actividades, han dicho probablemente cosas exactas y verdaderas que probablemente después se habrán desviado, se habrán parcializado. De aquí entonces que se entienda el progreso científico como progreso fundado en la tradición, como una continuación de la tradición. Como dice Menéndez Pidal que la cultura es ante todo tradición y, dentro de la tradición, lo nuevo o lo revolucionario, o como digo yo: quien dice solo cosas nuevas no dice nada nuevo, por eso algo puede ser nuevo con respecto a todo este trabajo, el resultado del trabajo de la humanidad hasta ahora. Esta afirmación se interpreta como neotradicionalismo porque se continua la tradición. De ahí que todos estos epítetos valgan porque se refieren a alguno de estos principios, mientras que los principios están relacionados unos con otros, hay una conexión racional de estos principios; y cuando me dicen que soy estructuralista digo que sí, que en lo estructural soy estructuralista y muy severo con lo estructuralista en lo estructural, solo que digo que el cometido del lingüista no es el de imponer estructuras, de reducirlo todo a lo estructural, sino de descubrir las estructuras efectivas en la lengua y de cuidarse mucho de estructurar aquello que no está estructurado, es decir, establecer lo que está estructurado en la lengua, y por lo tanto nadie podría negar una descripción estructural bien hecha, son estructuras objetivas que

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descubrimos; hay que entender esto, y por ello digo que para lo estructurado está el estructuralismo.

P: La última pregunta, profesor, que pareciera un poco secundaria pero no lo es, conociendo sobre todo la percepción que usted tiene del fenómeno estético y literario, y al mismo tiempo la misma concepción suya, la cabida que tiene justamente esta percepción de lo estético y de lo literario. Nos interesa mucho saber algo sobre el Coseriu escritor; se supone que en algún momento existió esta vocación de escritor puesto que usted nos dio la ocasión de conocer sus producciones poéticas de la época de Rumanía, incluso sus “racconti” que fueron publicados. ¿Entonces qué ha sucedido con el Coseriu escritor?


E.C.: En realidad ha sido una vocación efectiva de escritor, tanto que mejor fuera que uno se muriera si no podía ser escritor, pero en realidad no fue así, más bien ha sido no diría tanto como un ejercicio, pero sí un aspecto parcial, no marginal pero parcial el escribir. Recuerdo un consejo que da Rilke en sus Cartas a un joven poeta, que dice que uno debe ser poeta o escritor solo si advierte que si no escribe no podría vivir, pero si puede vivir sin escribir entonces que no se muera.

Esta actividad siempre ha sido paralela; siempre, desde el comienzo, con la actividad crítica; es decir, hacer algo de literatura, pero conjuntamente con la actividad de crítica literaria. También las primeras cosas de poesía publicadas todavía en la revista de nuestro colegio: era algo de poesía, algo de prosa y sobre todo de interpretación literaria y de discusión de crítica literaria, relacionado todo eso con lo hermenéutico. Todo como aspecto marginal sin que me propusiera nunca esto como profesión. Por ejemplo, me interesa el dibujo, pero simplemente criticando, discutiendo con otros sobre obras de arte, entonces quiero ver si dibujo yo también, y me pongo y dibujo, pero solamente para mi agrado personal.

Un lingüista en el que se puede advertir esto mismo es Sapir quien también escribía poemas, también dibujaba, pero su profesión era la de ser lingüista; lo otro lo hacía para divertirse o para sus amigos. En mi caso el escribir ha sufrido y ha ganado en otro sentido al mismo tiempo por la experiencia periodística, o sea que el escribir profesional y el querer escribir bien y que corresponda a un determinado contenido original, individual, como es necesario en la poesía o en la literatura donde la expresión parece ser espontanea pero es espontánea solo porque corresponde a la intuición, porque surge conjuntamente con la intuición, todo esto pertenece a este ejercicio, a esta profesión del escritor como escritor, mientras que en el periodismo, sobre todo el periodismo que no se hace en la casa sino en la

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redacción y con el apremio del tiempo, se aprende a escribir rápido, hay que formularlo rápidamente; por ejemplo, son las 8 y a las 10 a más tardar debe estar hecho el artículo donde se juntan una serie de noticias y se dice todo lo que ha pasado en el mundo sobre un tema; además llegan continuamente noticias nuevas de las agencias. Como yo estaba en la redacción de noticias del exterior había que hacer estos grandes servicios rápidamente; hay que tener la noticia tal como llega de la agencia y ponerse a escribir a máquina una cosa bien hecha, bien escrita. Allí se aprende a escribir muy rápido, a formular rápidamente, pero ya con un criterio dado, no con un contenido que sale de adentro. De ahí que éste sea un efecto negativo en el periodismo.

Se aprende a escribir rápido y a formular bien sobre todo en los aspectos críticos, en los aspectos de referencia en estructurar las cosas, incluso también la estructuración de una clase; para todo esto sirve muchísimo el periodismo, mientras que por otra parte se adquiere con esto ese tono más o menos neutro y neutral, y esa objetividad, concisión y otras cosas. Pero de todos modos es una escuela para un tipo determinado de escribir bien que ya no es el escribir simplemente, porque escribir bien es siempre escribir bien algo, pero lo otro es hacer las cosas escribiendo. De ahí entonces que haya quedado esta actividad como actividad más o menos marginal.

En la época en que aún no tenía que escribir las cosas de lingüística que jamás las terminé todas, entonces sí, de vez en cuando tenía una idea y escribía un cuento y lo publicaba; pero luego, en la época de Montevideo, creo que ya no escribí ningún cuento nuevo, o dos muy breves, nada más; y en Alemania muy poco porque en nuestras relaciones de colaboración siempre hubo cosas más urgentes que no admitían postergación. Hay un personaje muy hermoso de un viejo periodista alemán, Colerus47, que escribió una historia de la matemática48, que es una cosa hermosísima, muy bien hecha, se ve que se había informado, donde tiene una página o una media página sobre Arquímedes donde relata su muerte. Estaba Arquímedes en el jardín tratando de resolver sus problemas geométricos y le dijo al soldado romano: “hoy ha habido mucho barullo en la ciudad, pero este problema es muy urgente y su solución no puede postergarse.” Como estaba ahí con sus círculos le dijo al emperador romano: “¡no toques mis círculos!” Y el emperador romano pensó: “¿cómo se permite este griego decirme eso?” Y enseguida le clavó la espada.

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Esto pasa muchas veces; y algún día vamos a morir de pie, como ya está planeado, ¡y van a quedar tantas cosas sin terminar! Los alumnos que después verán todo esto se preguntarán: “¿qué habrá querido decir esto?”, “¿cómo seguirá?” Pero, por otra parte, nuestro deber es hacerlo así, no detenerse, no decir: “yo he terminado”, porque la verdad es que jamás terminamos.

A esto se agregan otros compromisos, como por ejemplo con las Universidades españolas; no es que así se adelante mucho en el trabajo porque es más o menos decir lo que ya se ha hecho, pero parece que es necesario y hay que hacerlo; o también lo que ha sucedido en Rumanía y que me ha sorprendido mucho, y me siento obligado a participar con mayor compromiso por lo que ha pasado en Rumanía y en Moldavia al ver que otros trabajan y se comprometen en esto, por lo que yo también tengo que hacer algo; de modo que en junio vuelvo a ir a la República Moldava porque me ha invitado el Parlamento, ahora ya no se llama Soviet, le han cambiado el nombre y lo llaman Parlamento, y me tendré que ir a ver esto. Y después está la enseñanza; yo hubiera querido no hacerlo en este semestre precisamente porque tenía estos compromisos, también con las Universidades de Valladolid, de Udine y con otras, pero no tengo un sucesor para ninguna de las dos cátedras así que todavía tengo que seguir.


P: ¿Dos sucesores?

E.C.: Sí, dos, uno para lo románico y otro para lo general, porque la cátedra se dividió en dos y con dos comisiones49.


Obras citadas

Bojoga, Eugenia (1999): Receptarea operei lingvistice a lui Eugeniu Coseriu în fosta U.R.S.S.. Cluj-Napoca, tesis de doctorado.

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Coseriu, Eugenio (1949): “La lingua di Ion Barbu (con alcune considerazioni sulla semantica delle lingue ‘imparate’)”, ASGM, I, 2, 47–53.

Coseriu, Eugenio (1951): Introducción a la lingüística. Montevideo: Instituto de Profesores.

Coseriu, Eugenio (1985): “Linguistic Competence: What is it Really?”, The Presidential Address of the Modern Humanities Research Association, The Modern Language Review, vol. 80, parte 4, XXV-XXXV.

Coseriu, Eugenio (1977): Discurso inaugural en la Heidelberger Akademie der Wissenschaften,

Jahrbuch der Heidelberger Akademie der Wissenschaften, 107-108.

Coseriu, Eugenio (1983): Más allá del estructuralismo. San Juan (Argentina) [curso].

Coseriu, Eugenio (1987): Gramática, semántica, universales. Estudios de lingüística funcional. Madrid: Gredos, 2.ª ed..

Kabatek, Johannes (2012): “Entrevista con Olaf Blixen sobre Eugenio Coseriu en Montevideo”, Energeia, IV, 53–58.

Kabatek, Johannes / Adolfo Murguía (2021): “Decir las cosas como son…”. Conversaciones con Eugenio Coseriu, trads. Cristina Bleorțu / Alba García Rodríguez / Bárbara Garrido / Johannes Kabatek. Sevilla: Universidad de Sevilla.

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1 Los entrevistadores Alfredo Matus Olivier y Magdalena Viramonte de Ávalos presentaron esta entrevista inédita en la inauguración de la Cátedra Libre de Estudios Humanísticos Eugenio Coseriu, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, Montevideo (Uruguay), el 11 y 12 de agosto de 2017. La presentación se efectuó a través de sendas ponencias tituladas “Conversando con Coseriu: una entrevista inédita I y II” y publicadas en la Revista de la Academia Nacional de Letras, año 10, 13, 2017 (versión en línea: https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/478387), 59–70. En varias de sus publicaciones, congresos y conferencias, Eugenio Coseriu mencionaba y comentaba la famosa cita de Benedetto Croce “Conoscere è distinguere”. El notable humanista de Tubinga identificaba su quehacer científico con este verdadero paradigma epistemológico, interconectado con el conocido aforismo medieval “citius emergit veritas ex errore quam ex confusione”. En esta entrevista se manifiesta magníficamente este pensamiento del gran “distinguidor” de la lingüística contemporánea

2 Esta entrevista fue grabada y transcrita en una primera versión, quedándose inédita hasta esta publicación. Agradecemos a Katerina Kirova la labor de digitalización de un primer manuscrito mecanografiado, corregido por Johannes Kabatek, Cristina Bleorțu y Yoselin Henriques Pestana. Si comparamos el texto con la entrevista más exhaustiva hecha con Coseriu y publicada recientemente en español (Kabatek/Murguía 2021), un texto grabado pocos años más tarde (1996/1997) y en el que Coseriu mismo intervino en la corrección, podemos observar, por un lado, que hay numerosos contenidos paralelos y que el texto se presenta, por otro lado, de forma más elaborada, corregida, y ordenada. Sin embargo, ante la ausencia del entrevistado, los autores y el editor decidieron no cambiar la oralidad del texto. Pensamos, además, que ambos textos, el exhaustivo del libro y este, más breve y más centrado en un aspecto, se complementan.

3 El lema “decir las cosas como son” (que hace referencia a un lema platónico: τὰ ὄντα ὡς ἔστιν λέγειν) es el principio fundamental del pensamiento coseriano: se refiere a una actitud filosófica (o fenomenológica, si se quiere) de toda su lingüística y a la tarea del lingüista de siempre ir “a las cosas mismas” (“zu den Sachen selbst”, como diría Husserl). Es decir que se argumenta siempre, y aunque sea una actividad ideal, desde los objetos del lenguaje, remontándose al “saber originario” del lingüista como hablante y no desde una actitud abstracta y enredada conceptualmente.

4 La misma idea aparece en una entrevista que Coseriu dio en la Universidad de Granada en 1993, cuya transcripción se publicó en 2021 en Energeia: https://energeia-online.org/article/view/3421.

5 Coseriu se refiere aquí a su distinción fundamental de tres niveles de lo lingüístico: el nivel universal del hablar en general (y de la designación), el nivel histórico de las lenguas (y del significado) y el nivel individual de los textos (y su sentido). Para la importancia de esta distinción cf. Coseriu 1985.

6 Benigno Ferrario (1887-1956).

7 Más información sobre la relación con Olaf Blixen y otros colegas de la época de Montevideo se puede ver en Kabatek (2012) (https://energeia-online.org/article/view/3379 ).

8 Giacomo De Gregorio (1856-1936).

9 Juan Carlos Gómez Haedo (1889-1952).

10 Juan Luis Piccardo (1913- n/a).

11 Alma Bolón Pedretti (1955 - ).

12 Lisa Block de Behar (1937 -).

13 Diego Pérez Pintos (Montevideo, 1937–1988) poeta, crítico literario y profesor de literatura.

14 Arnaldo Gomensoro (1921 - 2013).

15 Mercedes Rein (Montevideo, 1930–2006); escritora, dramaturga y traductora.

16 Ernst Cassirer y la filosofía del lenguaje (Montevideo 1959).

17 En un proyecto de la Universidad de Zúrich se han llevado a cabo entrevistas con la mayoría de los discípulos que menciona Coseriu. Para más información véase https://coseriu.ch/entrevistas/

18 Studiendstiftung des Deutschen Volkes, fundación pública de apoyo a estudiantes y doctorandos.

19 Jens Lüdtke (1941-2019).

20 Antonio Tovar (1911-1985). Sobre la relación de Coseriu y Tovar hay muchas cartas dentro del proyecto de la Universidad de Zúrich: https://coseriu.ch/mas-alla-del-estructuralismo-uzh/.

21 Brigitte Schlieben-Lange (1943-2000).

22 Véase Bojoga (1999: 84-90).

23 Coseriu (1949).

24 Archivio Glottologico Italiano (AGI), revista fundada en 1873 por Graziadio Isaia Ascoli.

25 Francisco Espínola (1901-1973).

26 Novela publicada en 1933.

27 Washington Vásquez (n/a).

28 Estas cartas son parte del proyecto mencionado de la Universidad de Zúrich.

29 En el proyecto antes mencionado, el de la Universidad de Zúrich, hay muchos testimonios sobre ello.

30 Se trata de „Un homo scientificus ajuns pe Olimp”, publicado en Orizontul 9/1989.

31 Valentin Mîndîcanu (1930-2012).

32 Petru Caraman (1898-1980).

33 Giorge Pascu (1882-1951).

34 Dimitrie Găzdaru (1897-1991).

35 George Călinescu (1899-1965) famoso crítico e historiador literario, autor de obras fundamentales sobre literatura rumana.

36 Pantaleo Carabellese (1877-1948).

37 Giovanni Maver (1891-1970).

38 Giulio Bertoni (1878-1942).

39 Arte e valore.

40 ed. rev. Madrid, Gredos 1986.

41 “Más maestro será usted.”

42 Eridano Bazzarelli (1921-2013).

43 Coseriu (1951).

44 Coseriu (1987).

45 Coseriu (1977).

46 Coseriu (1983).

47 Egmont Colerus (1888-1939).

48 Arquímedes en Alejandría (1939).

49 Coseriu había sido catedrático de Filología Románica y de Lingüística General. Cuando se jubiló, se convocaron dos cátedras: una de lingüística románica (ocupada por su discípula Brigitte Schlieben-Lange de 1991 a 2000 y por el discípulo común de ambos, Johannes Kabatek, de 2004 a 2013). Actualmente la cátedra la ocupa la profesora Wiltrud Mihatsch. La cátedra de Lingüística General no se mantuvo dentro del marco de la escuela: la ganó el semantista formal Arnim von Stechow. Desde la jubilación de este el catedrático es Gerhard Jäger. En el momento de la entrevista, Coseriu en principio ya es profesor emérito pero sus sucesores aún no llegaron a ocupar las cátedras, por lo cual el mismo se “auto-sustituye”. Lo volvió a hacer después del fallecimiento inesperado de su sucesora en el año 2000.